CAPÍTULO 1
Tan cerca
y, sin embargo, tan diferentes
La
economía de Río Grande:
La ciudad de Nogales está
dividida en dos por una alambrada. Si uno se queda de pie al lado de la valla y
mira al norte, ve Nogales (Arizona), perteneciente al condado de Santa Cruz. La
renta media de un hogar es de unos 30.000 dólares estadounidenses al año. La
mayoría de los adolescentes van al instituto y la mayoría de los adultos tienen
estudios secundarios. A pesar de toda la controversia que generan las
deficiencias del sistema sanitario de Estados Unidos, la población está
relativamente sana, y tiene una esperanza de vida elevada de acuerdo con
criterios mundiales. La democracia es algo natural para ellos.
La vida al sur de la alambrada, a
solamente unos metros de allí, es bastante distinta
a) viven en una parte
relativamente próspera de México, la renta media de cualquier hogar es de
alrededor de una tercera parte de la que tienen en Nogales (Arizona). La mayor
parte de los adultos de Nogales (Sonora) no poseen el título de secundaria y
muchos adolescentes no van al instituto. Las madres se preocupan por los altos
índices de mortalidad infantil. Las condiciones de la sanidad pública son
deficientes, lo que significa que no es de extrañar que los habitantes de
Nogales (Sonora) no sean tan longevos como sus vecinos del norte
A diferencia de lo que ocurre con
sus vecinos del norte, la democracia es una experiencia muy reciente para
ellos. Hasta las reformas políticas del año 2000, Nogales (Sonora), igual que
el resto de México, estaba bajo el control corrupto del Partido Revolucionario
Institucional (PRI). ¿Cómo pueden ser tan distintas las dos mitades de lo que
es, esencialmente, la misma ciudad? No hay diferencias en el clima, la
situación geográfica ni los tipos de enfermedades presentes en la zona, ya que
los gérmenes no se enfrentan a ninguna restricción al cruzar la frontera entre
ambos países
Evidentemente, hay una
explicación muy sencilla y obvia de las diferencias entre las dos mitades de
Nogales que el lector ya habrá adivinado: la propia frontera que define a las
dos mitades. Nogales (Arizona) está en Estados Unidos. Sus habitantes tienen
acceso a las instituciones económicas estadounidenses, lo que les permite
elegir su trabajo libremente, adquirir formación académica y profesional y
animar a sus empleadores a que inviertan en la mejor tecnología, lo que, a su
vez, hace que ganen sueldos más elevados
¿Por qué las instituciones de Estados
Unidos conducen mucho más al éxito económico que las de México o, de hecho, que
las del resto de América Latina? La respuesta a esta pregunta se encuentra en
cómo se formaron las distintas sociedades en el inicio del período colonial.
Para comprender esta divergencia,
debemos empezar a observar la fundación de las colonias de Norteamérica y
América Latina.
La
fundación de Buenos Aires
A principios de 1516, el
navegante español Juan Díaz de Solís llegó a un estuario amplio de la costa
oriental de Sudamérica. Díaz de Solís vadeó hacia la orilla, reclamó ese
territorio para España y dio nombre al Río de la Plata porque los lugareños
tenían aquel metal precioso. vieron a los recién llegados con hostilidad. Eran
cazadores-recolectores que vivían en pequeños grupos sin autoridades políticas
centralizadas fuertes. De hecho, fue una banda de charrúas la que mató a palos
a Juan Díaz de Solís cuando éste exploraba los nuevos dominios que intentaba
ocupar para España. Pero no les permitieron quedarse los charrúas decidieron
ires a paraguay y ahí se situaron años más tarde conquistaron buenos aires y la
declararon el Paris de sudamerica por sus calles y pasajes anchos todo esto
ocurrió en La expansión
y la colonización española
Mientras los españoles empezaban
su conquista de América a partir de 1492, Inglaterra era una potencia europea
menor que se recuperaba de los devastadores efectos de una guerra civil, la
guerra de las Dos Rosas. Inglaterra no estaba en condiciones de aprovechar la
lucha por el saqueo y el oro y la oportunidad de explotar a los pueblos
indígenas de América. Sin embargo, casi cien años después, en 1588, Europa
quedó conmocionada por la derrota de la armada española, que fue un intento del
rey español Felipe II de invadir Inglaterra. La victoria de Inglaterra fue
fruto de la suerte, pero también se convirtió en una señal de la confianza
creciente de los ingleses en el mar, lo que les permitiría participar
finalmente en la búsqueda del imperio colonial.
Llegados a este punto, debería
ser evidente que no es casualidad que fuera en Estados Unidos, y no en México,
donde se adoptó y entró en vigor una constitución que incluía principios
democráticos, creaba límites al uso del poder político y repartía dicho poder
ampliamente entre la sociedad. El documento que los delegados se sentaron a
redactar en Filadelfia
Tener una idea, crear una empresa
y conseguir un préstamo La revolución industrial empezó en Inglaterra. Su
primer éxito fue revolucionar la producción de tejido de algodón utilizando
nuevas máquinas accionadas por ruedas de agua y, posteriormente, por motores de
vapor. La mecanización de la producción de algodón aumentó extraordinariamente
la productividad de los trabajadores, primero en el sector textil y más
adelante en otros sectores.
Ganar 1.000 o 2.000 millones
El contraste entre cómo Bill
Gates y Carlos Slim se convirtieron en los hombres más ricos del mundo (Warren
Buffett también es un aspirante) ilustra las fuerzas imperantes. El auge de
Gates y Microsoft es muy conocido, pero el estatus de Gates como persona más
rica del mundo y fundador de una de las empresas más innovadoras desde el punto
de vista tecnológico no impidió que el Departamento de Justicia de Estados
Unidos entablara demandas civiles contra Microsoft el 8 de mayo de 1998 y afirmara
que esta empresa había abusado del poder del monopolio. Una cuestión crucial
era la forma en la que Microsoft había vinculado su navegador web, Internet
Explorer, a su sistema operativo Windows.
En México, Carlos Slim no ganó
dinero mediante la innovación. Al principio, destacó en negocios bursátiles y
en comprar y modernizar empresas que no eran rentables. Su golpe maestro fue la
adquisición de Telmex, el monopolio de telecomunicaciones mexicano que fue
privatizado por el presidente Carlos Salinas en 1990. El gobierno anunció su
intención de vender el 51 por ciento de las acciones con derecho a voto (el
20,4 por ciento de las acciones totales) en la empresa en setiembre de 1989 y
recibió ofertas en noviembre de 1990. A pesar de que Slim no hizo la oferta más
elevada, un consorcio liderado por su Grupo Carso ganó la subasta. Y en lugar
de pagar las acciones inmediatamente, Slim consiguió retrasar el pago, y
utilizó los dividendos del mismo Telmex para pagar las acciones. Lo que una vez
fue un monopolio público se había convertido en el monopolio de Slim, y era
enormemente rentable.
Vivimos en un mundo que no es
igualitario. Las diferencias que existen entre los países son similares a las
que hay entre las dos partes de Nogales, pero a mayor escala. En los países
ricos, las personas están más sanas, viven más tiempo y tienen unos niveles de
educación más altos. Asimismo, pueden acceder a una serie de comodidades y
opciones en la vida, desde vacaciones hasta carreras profesionales, con las que
las personas de los países pobres solamente pueden soñar. Además, los
habitantes de los países ricos conducen por carreteras sin baches y disfrutan
de lavabos, electricidad y agua corriente en sus hogares. Normalmente, sus
gobiernos no los detienen ni los hostigan arbitrariamente; al contrario, les
proporcionan servicios que incluyen educación, atención sanitaria, carreteras y
ley y orden. También hay que señalar que los ciudadanos votan en las elecciones
y tienen cierta voz en la dirección política que toman sus países. Las grandes
diferencias en la desigualdad mundial son evidentes para todos, incluso para
los habitantes de países pobres, aunque muchos carezcan de acceso a la
televisión o a Internet. Es la percepción y la realidad de estas diferencias lo
que empuja a la gente a cruzar el río Grande o el mar Mediterráneo ilegalmente
para tener la ocasión de experimentar las oportunidades y el nivel de vida de
los países ricos. Esta desigualdad no tiene consecuencias solamente para la
vida de las personas de los países pobres, sino que también provoca agravio y
resentimiento, con consecuencias políticas enormes en Estados Unidos y en otros
lugares. Comprender por qué existen estas diferencias y qué las provoca es
nuestro objetivo central al escribir este libro.
Capitulo
II
Teorías
que no funcionan
El estado de la cuestión
El objetivo de nuestro libro es explicar la desigualdad
mundial y también algunos de los amplios modelos fácilmente visibles que anidan
en su interior. El primer país que experimentó un crecimiento económico
sostenido fue Inglaterra (o Gran Bretaña, como se conoce a la unión de
Inglaterra, Gales y Escocia después de 1707). El crecimiento emergió lentamente
en la segunda mitad del siglo XVIII con el desarrollo de la revolución
industrial, que se basó en grandes avances tecnológicos y en su aplicación a la
industria. La industrialización de Inglaterra pronto dio paso a la de la mayor
parte de Europa occidental y Estados Unidos. La prosperidad inglesa también se
expandió rápidamente a los «asentamientos de colonos» británicos de Canadá,
Australia y Nueva Zelanda. En una lista de los treinta países más ricos
actualmente, se incluirían éstos y Japón, Singapur y Corea del Sur. La
prosperidad de estos tres últimos, a su vez, forma parte de un modelo más
amplio en el que muchos países del este de Asia, incluidos Taiwán y más
adelante China, han experimentado recientemente un rápido crecimiento.
La
hipótesis geográfica
Una teoría ampliamente aceptada de las causas de la
desigualdad mundial es la hipótesis de la geografía, que afirma que la gran
brecha entre países ricos y pobres se debe a las diferencias geográficas.
Muchos países pobres, como los de África, América Central y el sur de Asia, se
encuentran entre los trópicos de Cáncer y Capricornio. En cambio, los países
ricos suelen estar en latitudes templadas. Esta concentración geográfica de la
pobreza y la prosperidad da un atractivo superficial a la hipótesis geográfica,
que es el punto de partida de las teorías e ideas de muchos sociólogos y
expertos. No obstante, no por eso está menos equivocada. Ya a finales del siglo
XVIII, el gran filósofo político francés Montesquieu observó la concentración
geográfica de la prosperidad y la pobreza y propuso una explicación para ello.
Afirmó que los habitantes de los climas tropicales tendían a ser holgazanes y a
no ser nada curiosos. En consecuencia, no se esforzaban en el trabajo, ni
innovaban, y ésa era la razón de que fueran pobres. También afirmaba que los
individuos holgazanes tendían a estar gobernados por déspotas, lo que sugería
que una ubicación tropical podía explicar no solamente la pobreza, sino también
algunos de los fenómenos políticos asociados con el fracaso económico, como las
dictaduras.
Si la hipótesis geográfica no puede explicar las
diferencias entre el norte y el sur de Nogales, o Corea del Norte y del Sur, o
entre las dos Alemanias antes de la caída del Muro de Berlín, ¿podría ser
todavía una teoría útil para explicar las diferencias entre Norteamérica y
Sudamérica? ¿O entre Europa y África? Sencillamente, no. La historia ilustra
que no existe una conexión sencilla ni duradera entre el clima o la geografía y
el éxito económico. Por ejemplo, no es cierto que los trópicos siempre hayan
sido más pobres que las latitudes templadas. Como vimos en el primer capítulo,
en el momento de la conquista de América por parte de Cristóbal Colón, las
zonas al sur del trópico de Cáncer y al norte del trópico de Capricornio, que
hoy en día incluyen México, América Central, Perú y Bolivia, fueron los lugares
en los que se desarrollaron las grandes civilizaciones azteca e inca.
La
hipótesis de la cultura
La segunda teoría ampliamente aceptada, la hipótesis de
la cultura, relaciona la prosperidad con la cultura. La hipótesis de la
cultura, igual que la geográfica, tiene un linaje distinguido, que se remonta
como mínimo al gran sociólogo alemán Max Weber, que defendía que la Reforma
protestante y la ética protestante que estimuló tuvieron un papel clave a la
hora de facilitar el ascenso de la sociedad industrial moderna en la Europa
occidental. La hipótesis de la cultura ya no se basa solamente en la religión,
sino que destaca también otros tipos de creencias, valores y ética. A pesar de
que no sea políticamente correcto decirlo en público, mucha gente todavía
afirma que los africanos son pobres porque carecen de una buena ética del
trabajo, todavía creen en la brujería y la magia y se resisten a las nuevas
tecnologías occidentales. Muchos piensan también que América Latina nunca será
rica porque sus habitantes son intrínsecamente derrochadores, carecen de medios
económicos y sufren de la cultura «ibérica» o del «ya lo haré mañana».
Evidentemente, muchos creyeron también una vez que la cultura china y los
valores del confucianismo eran perjudiciales para el desarrollo económico,
aunque ahora la importancia de la ética de trabajo china como motor del
crecimiento en China, Hong Kong y Singapur se pregona a los cuatro vientos. ¿La
hipótesis de la cultura es útil para comprender la desigualdad del mundo? Sí y
no. Sí, en el sentido de que las normas sociales, que están relacionadas con la
cultura, importan y pueden ser difíciles de cambiar y, en ocasiones, apoyan
diferencias institucionales, la explicación de este libro de la desigualdad
mundial. Pero, en gran medida, no, porque los aspectos de la cultura que se
suelen destacar (religión, ética nacional, valores africanos o latinos) no son
importantes para comprender cómo llegamos aquí y por qué persisten las
desigualdades en el mundo. Otros aspectos, como hasta qué punto la gente confía
en los demás o es capaz de cooperar, son importantes, pero sobre todo son
resultados de las instituciones, no una causa independiente.
La hipótesis de la ignorancia La última teoría popular
para explicar por qué algunos países son pobres y otros ricos es la hipótesis
de la ignorancia, que afirma que la desigualdad del mundo existe porque
nosotros o nuestros gobernantes no sabemos cómo hacer que un país pobre sea
rico. Esta idea es la que defienden la mayoría de los economistas, que siguen
el ejemplo de la famosa definición del economista inglés Lionel Robbins, que en
1935 afirmó que «la economía es una ciencia que estudia el comportamiento
humano como relación entre fines y medios escasos que tienen usos
alternativos». Por lo tanto, es un pequeño paso concluir que la ciencia
económica debería centrarse en el mejor uso de los medios escasos para
satisfacer los fines sociales. De hecho, el resultado teorético más famoso en
economía, el denominado primer teorema del bienestar, identifica las
circunstancias bajo las cuales la asignación de recursos en una «economía de
mercado» es socialmente deseable desde el punto de vista económico. Una
economía de mercado es una abstracción que tiene por objetivo capturar una
situación en la que todos los individuos y empresas puedan producir, comprar y
vender libremente cualquier producto o servicio que deseen. Cuando estas
circunstancias no están presentes, existe un «fallo de mercado». Dichos fallos
proporcionan la base para una teoría de la desigualdad del mundo, ya que,
cuantos más fallos del mercado dejen de abordarse, más probable es que el país
se empobrezca. La hipótesis de la ignorancia afirma que los países pobres lo
son porque tienen muchos fallos de mercado y porque los economistas y los
diseñadores de políticas no saben cómo eliminarlos y han hecho caso de consejos
equivocados en el pasado. Los países ricos son ricos porque han aplicado
mejores políticas y han eliminado con éxito esos fallos. ¿Podría la hipótesis
de la ignorancia explicar la desigualdad del mundo? ¿Podría ser que los países
africanos sean más pobres que el resto del mundo porque sus líderes tienden a
tener las mismas ideas equivocadas sobre cómo dirigir sus países, lo que
conduce a la pobreza allí, mientras que los líderes de la Europa occidental
están mejor informados o asesorados, lo que explica su éxito relativo? Aunque
existan ejemplos famosos de líderes que adoptaron políticas desastrosas porque
se equivocaron sobre las consecuencias de dichas políticas, la ignorancia puede
explicar, en el mejor de los casos, una pequeña parte de la desigualdad del
mundo.
Defenderemos la idea de que, para comprender la
desigualdad del mundo, tenemos que entender por qué algunas sociedades están
organizadas de una forma muy ineficiente y socialmente indeseable. Algunos
países consiguen adoptar instituciones eficientes y alcanzan la prosperidad,
pero, por desgracia, son un número reducido de casos. La mayoría de los
economistas y los encargados de formular políticas se han centrado en «hacerlo
bien», mientras que lo que se necesita realmente es una explicación de por qué
los países pobres «lo hicieron mal». En general, su situación no se debe a su
ignorancia ni a su cultura. Como mostraremos, los países pobres lo son porque
quienes tienen el poder toman decisiones que crean pobreza. No lo hacen bien,
no porque se equivoquen o por su ignorancia, sino a propósito. Para
comprenderlo, tenemos que ir más allá de la economía y el asesoramiento experto
sobre lo mejor que se puede hacer y, en su lugar, debemos estudiar cómo se
toman realmente las decisiones, quién las toma y por qué estas personas deciden
hacer lo que hacen. Éste es el estudio de la política y los procesos políticos.
Tradicionalmente, la economía ha ignorado la política, pero la comprensión de
la política resulta esencial para explicar la desigualdad del mundo. Tal y como
señaló el economista Abba Lerner en la década de 1970: «La economía ha ganado
el título de reina de las ciencias sociales eligiendo como campo los problemas
políticos resueltos». Defenderemos la idea de que lograr la prosperidad depende
de la resolución de algunos problemas políticos básicos. Y es precisamente porque
la economía ha asumido que los problemas políticos están resueltos por lo que
no ha sido capaz de aportar una explicación convincente de la desigualdad
mundial. Para explicar la desigualdad mundial, todavía es necesario que la
economía comprenda que los distintos tipos de Estados y acuerdos sociales
afectan a los incentivos y a los comportamientos económicos. Pero también es
necesaria la política.
Capitulo III
La creación de la prosperidad y la
pobreza
La economía del paralelo 38
En el verano de 1945, cuando la segunda guerra mundial
tocaba a su fin, la colonia japonesa de Corea empezó a hundirse. Al cabo de un
mes de la rendición incondicional de Japón el 15 de agosto, Corea fue dividida
en dos esferas de influencia siguiendo el paralelo 38. La zona al sur de éste
fue administrada por Estados Unidos y la del norte, por Rusia. La frágil paz de
la guerra fría terminó en junio de 1950, cuando el ejército de Corea del Norte
invadió Corea del Sur. A pesar de que inicialmente los norcoreanos hicieron
grandes incursiones y conquistaron la capital, Seúl, en el otoño ya se habían
retirado por completo. Fue entonces cuando Hwang Py ng W n y su hermano fueron
separados. Hwang Py ng W n consiguió esconderse y evitó ser reclutado por el
ejército norcoreano. Se quedó en el sur y trabajó como farmacéutico. Su hermano
era médico, trabajaba en Seúl ocupándose de los soldados heridos del ejército
de Corea del Sur, y fue llevado al norte durante la retirada del ejército de
Corea del Norte. Fueron separados en 1950, y se volvieron a ver en 2000, en
Seúl, por primera vez en cincuenta años, después de que los dos gobiernos
finalmente aceptaran iniciar un programa limitado para la reunificación
familiar.
A finales de
los años noventa, en solamente medio siglo, el desarrollo de Corea del Sur y el
estancamiento de Corea del Norte condujeron a una brecha que se multiplicó por
diez entre las dos mitades de aquel país que estuvo unido en el pasado.
Imaginemos qué diferencia puede llegar a haber después de doscientos años. El
desastre económico de Corea del Norte, que condujo a la muerte por inanición de
millones de personas, frente al éxito económico de Corea del Sur, resulta
increíble: ni la cultura, ni la geografía ni la ignorancia pueden explicar los
caminos divergentes que tomaron Corea del Norte y Corea del Sur. Para alcanzar
una respuesta, debemos analizar las instituciones.
Instituciones económicas extractivas e
inclusivas
El éxito
económico de los países difiere debido a las diferencias entre sus
instituciones, a las reglas que influyen en cómo funciona la economía y a los
incentivos que motivan a las personas. Imaginemos a los adolescentes de Corea
del Norte y de Corea del Sur y lo que esperan de la vida. Los de Corea del
Norte crecen en la pobreza, sin iniciativa empresarial, ni creatividad ni una
educación adecuada para prepararlos para el trabajo cualificado. Gran parte de
la educación que reciben en la escuela es pura propaganda, destinada a dar
apoyo a la legitimidad del régimen, hay pocos libros, y ya no digamos
ordenadores. Al acabar los estudios, todos deben pasar diez años en el
ejército. Estos adolescentes saben que no podrán ser propietarios, ni crear una
empresa ni ser más prósperos, aunque mucha gente se dedica ilegalmente a
actividades económicas privadas para ganarse la vida. También saben que no
tendrán acceso a los mercados en los que puedan utilizar sus habilidades o sus
ingresos para comprar los productos que necesitan y desean. Ni siquiera saben
con certeza el tipo de derechos humanos que tendrán.
En cambio,
los de Corea del Sur reciben una buena educación y tienen incentivos que los
animan a esforzarse y a destacar en la profesión elegida. Este país posee una
economía de mercado basada en la propiedad privada. Los adolescentes de Corea
del Sur saben que, si tienen éxito como emprendedores o trabajadores, un día
podrán disfrutar de las ganancias obtenidas de sus inversiones y esfuerzos;
pueden mejorar su nivel de vida y comprar coches, casas y atención sanitaria.
En Corea del Sur, el Estado apoya la actividad económica, por lo que los
emprendedores pueden pedir préstamos a los bancos y a los mercados financieros,
las empresas extranjeras pueden asociarse con firmas surcoreanas y la población
puede conseguir hipotecas para comprar casas. En el sur, en general, uno es libre
de crear la empresa que quiera. En Corea del Norte, no. En Corea del Sur, uno
puede contratar trabajadores, vender productos o servicios y gastar el dinero
en el mercado como quiera. En Corea del Norte, solamente hay mercados negros.
Estas reglas distintas son las instituciones bajo las que viven los norcoreanos
y los surcoreanos
En Corea del
Norte, el sistema legal es un brazo del Partido Comunista en el poder, y en
América Latina, fue una herramienta de discriminación contra la mayor parte del
pueblo. Denominamos instituciones económicas extractivas a las que tienen
propiedades opuestas a las instituciones inclusivas. Son extractivas porque
tienen como objetivo extraer rentas y riqueza de un subconjunto de la sociedad
para beneficiar a un subconjunto distinto.
Instituciones políticas extractivas e
inclusivas
Todas las
instituciones económicas están creadas por la sociedad. Las de Corea del Norte,
por ejemplo, fueron impuestas a sus ciudadanos por los comunistas que se
hicieron con el control del país a partir de 1940, mientras que las de la
América Latina colonial fueron impuestas por los conquistadores españoles.
Corea del Sur acabó con instituciones económicas muy distintas de las de Corea
del Norte porque personas distintas, con intereses y objetivos diferentes,
tomaron las decisiones sobre cómo estructurar la sociedad. Es decir, Corea del
Sur tenía políticas distintas. La política es el proceso mediante el cual una
sociedad elige las reglas que la gobernarán. La política acompaña a las
instituciones por la sencilla razón de que, aunque las instituciones inclusivas
pueden ser buenas para la prosperidad económica de un país, algunas personas o
grupos, como la élite del Partido Comunista de Corea de Norte o los
propietarios de plantaciones de caña de azúcar de la Barbados colonial, estarán
mucho mejor estableciendo instituciones que sean extractivas. Cuando hay
conflictos sobre las instituciones, lo que suceda dependerá de qué personas o
grupos ganen en el juego político: quién puede conseguir más apoyo, obtener
recursos adicionales y formar alianzas más efectivas. En resumen, el ganador
depende de la distribución del poder político en la sociedad.
Motores de prosperidad
Las
instituciones económicas inclusivas crean mercados inclusivos, que no solamente
dan a las personas libertad para ejercer la profesión que mejor se adapte a su
talento, sino que también proporcionan igualdad de condiciones que les dé la
oportunidad de hacerlo. Quienes tengan buenas ideas, serán capaces de crear
empresas, los trabajadores tenderán a ejercer actividades en las que su
productividad sea mayor y las empresas menos eficientes serán sustituidas por
las más eficientes. Comparemos cómo eligen las personas sus profesiones en
mercados inclusivos frente a Perú y Bolivia en la época colonial, donde, bajo
la mita, muchos fueron forzados a trabajar en las minas de plata y mercurio,
sin tener en cuenta sus habilidades ni si querían hacerlo. Los mercados
inclusivos no son únicamente mercados libres. Barbados, en el siglo XVII,
también tenía mercados. Sin embargo, de la misma forma que todos, excepto la
reducida élite de propietarios de plantaciones, carecían de derechos de
propiedad, sus mercados, lejos de ser inclusivos —los mercados de esclavos, de
hecho—, fueron una parte de las instituciones económicas que coaccionaban
sistemáticamente a la mayoría de la población y le hurtaban la capacidad de
elegir su profesión y cómo utilizar su talento.
Íntimamente
relacionados con la tecnología están la educación, las habilidades, las
competencias y el saber hacer del personal laboral, que se aprenden en la
escuela, en casa y en el trabajo. Actualmente, somos mucho más productivos que
hace cien años, no solamente por la mejora de la tecnología en forma de
máquinas, sino también por el mayor saber hacer que poseen los trabajadores.
Toda la tecnología del mundo serviría de poco sin trabajadores que sepan cómo
emplearla. Sin embargo, las habilidades y las competencias incluyen algo más
que la mera capacidad de hacer funcionar máquinas. La educación y las
habilidades de los trabajadores son lo que genera el conocimiento científico
sobre el que se construye nuestro progreso y lo que permite la adaptación y
adopción de estas tecnologías en varias líneas de negocio. Aunque en el
capítulo 1 vimos que muchos de los innovadores de la revolución industrial y
posterior, como Thomas Edison, no tenían muchos estudios, esas innovaciones
eran mucho más sencillas que la tecnología moderna. Hoy en día, el cambio
tecnológico requiere formación tanto en el caso del innovador como en el del
trabajador. Y aquí vemos la importancia de que las instituciones económicas
sean capaces de crear igualdad de condiciones. Estados Unidos pudo producir, o
atraer del extranjero, a personas como Bill Gates, Steve Jobs, Sergey Brin,
Larry Page y Jeff Bezos, y a los cientos de científicos que realizaron
descubrimientos fundamentales en tecnología de la información, energía nuclear,
biotecnología y otros campos en los que construyeron sus empresas estos
emprendedores. La oferta de talento estaba allí para ser utilizada porque, en
general, los adolescentes de Estados Unidos tienen acceso a toda la
escolarización que desean o que son capaces de lograr. Ahora, imaginemos un
tipo de sociedad distinto, por ejemplo, el Congo o Haití, donde la gran mayoría
de la población no tiene medios para asistir a la escuela o, si se consigue ir
al colegio, la calidad de la enseñanza es lamentable, algunos profesores no
aparecen por clase, y cuando hay profesores puede que no haya libros.
¿Por qué no elegir siempre la
prosperidad?
Las
instituciones políticas y económicas que, en última instancia, son elegidas por
la sociedad, pueden ser inclusivas y fomentar el crecimiento económico o pueden
ser extractivas y convertirse en impedimentos para el desarrollo económico. Los
países fracasan cuando tienen instituciones económicas extractivas, apoyadas
por instituciones políticas extractivas que impiden e incluso bloquean el
crecimiento económico. Sin embargo, esto significa que la elección de las instituciones
(es decir, la política de las instituciones) es crucial para nuestro esfuerzo
por comprender las razones del éxito y el fracaso de los países. Tenemos que
comprender por qué las políticas de algunas sociedades conducen a instituciones
inclusivas que fomentan el desarrollo económico, mientras que las políticas de
la amplia mayoría de las sociedades a lo largo de la historia han conducido, y
todavía lo hacen, a instituciones extractivas que lo dificultan. Podría parecer
obvio que todo el mundo debería estar interesado en crear el tipo de
instituciones económicas que aportan prosperidad. ¿Acaso no querría todo
ciudadano, político e incluso dictador depredador que su país fuera lo más rico
posible?
La larga agonía del Congo
El Congo es
uno de los ejemplos mejores, y más deprimentes, de las fuerzas que explican la
lógica de por qué la prosperidad económica es tan persistentemente escasa bajo
instituciones extractivas, e ilustra la sinergia entre instituciones económicas
y políticas extractivas. Los portugueses y los holandeses que visitaron el
Congo en los siglos XV y XVI destacaron la «pobreza miserable» del país. La tecnología
era rudimentaria desde el punto de vista europeo y los congoleños no tenían ni
escritura, ni rueda ni arado. Los relatos históricos dejan claro cuál era la
causa de esta pobreza, así como el hecho de que los campesinos congoleños
fueran reacios a adoptar tecnologías mejores. La causa era la naturaleza
extractiva de las instituciones económicas del país. Como hemos visto, el reino
del Congo estaba gobernado por un rey que vivía en Mbanza, ciudad que
posteriormente recibiría el nombre de São Salvador. Las zonas situadas lejos de
la capital estaban gobernadas por una élite que representaba a los gobernantes
de distintas partes del reino. La riqueza de esta élite se basaba en las
plantaciones esclavistas situadas cerca de São Salvador y en la recaudación de
impuestos del resto del país. La esclavitud era crucial para la economía, la
élite utilizaba esclavos para abastecer a sus propias plantaciones y los
europeos enviaban esclavos a la costa. Los impuestos eran arbitrarios, e
incluso se cobraba un impuesto cada vez que al rey le venía en gana. Para ser
más próspero, el pueblo congoleño tendría que haber ahorrado e invertido, por
ejemplo, en comprar arados. Pero no habría valido la pena, porque cualquier
excedente de producción que hubieran conseguido utilizando una tecnología mejor
habría sido expropiado por el rey y su élite. Así que, en lugar de invertir
para aumentar su productividad y vender sus productos en mercados, los
congoleños alejaron sus pueblos del mercado para intentar estar tan lejos como
fuera posible de las carreteras y reducir así la frecuencia de los saqueos y
escapar de los traficantes de esclavos. Por lo tanto, la pobreza del Congo fue
el resultado de instituciones económicas extractivas que bloquearon los motores
de prosperidad o que incluso los hicieron trabajar en sentido inverso. El
gobierno del Congo proporcionó muy pocos servicios públicos a sus ciudadanos,
ni siquiera los básicos, como los derechos de propiedad, respeto a la ley y el
orden.
El desarrollo bajo instituciones
políticas extractivas
Hoy en día,
el Congo es un ejemplo extremo, con caos generalizado y derechos de propiedad
muy inseguros. Sin embargo, en la mayoría de los casos, este extremismo no
serviría a los intereses de la élite, ya que destruiría todos los incentivos
económicos y generaría pocos recursos que extraer. La tesis central de este
libro es que el desarrollo y la prosperidad económicos están asociados con
instituciones económicas y políticas inclusivas, mientras que las instituciones
extractivas normalmente conducen al estancamiento y la pobreza. No obstante,
esto no implica que las instituciones extractivas no puedan generar nunca
crecimiento ni que todas las instituciones extractivas se hayan creado igual.
Existen dos formas distintas pero complementarias en las que puede haber
desarrollo económico bajo instituciones políticas extractivas. Primero, incluso
aunque las instituciones económicas sean extractivas, el crecimiento es posible
cuando las élites pueden asignar recursos directamente a actividades de alta
productividad que controlan personalmente. Un ejemplo destacado de este tipo de
crecimiento bajo instituciones extractivas fueron las islas caribeñas entre los
siglos XVI y XVIII. La mayoría de la población eran esclavos que trabajaban en
condiciones horribles en las plantaciones, y que apenas vivían por encima del
nivel de subsistencia. Muchos murieron de malnutrición y agotamiento. En las
islas Barbados, Cuba, Haití y Jamaica, en los siglos XVII y XVIII, una minoría
reducida, la élite de los propietarios de las plantaciones, controlaba todo el
poder político y poseía todos los bienes, lo que incluía a todos los esclavos.
Mientras que la mayoría de la población no tenía derechos, la propiedad y los
bienes de la élite de los propietarios estaban bien protegidos. A pesar de las
instituciones económicas extractivas que explotaban despiadadamente a la
mayoría de la población, estas islas eran de los lugares más ricos del mundo,
porque podían producir azúcar y venderlo en los mercados mundiales. La economía
de las islas sólo se estancó cuando hubo la necesidad de cambiar a nuevas
actividades económicas, que amenazaron tanto las rentas como el poder político
de la élite de propietarios de plantaciones.
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